domingo, 15 de febrero de 2009

mar de domingo

Observa con ojos de pez el reflejo distorsionado de su cara en la curvatura del grifo.
La bañera es demasiado pequeña, pero aun así piensa que le reconfortaría el ritual del remojo. Como una alubia. Piensa que se le ablandarían los duros demonios de la conciencia, que al día siguiente estarían blanditos, para hacerlos guiso y comerlos.

La bañera no es la misma de cuando se lavaba una vez a la semana cuando era un crío, con su hermano. Ya no está su hermano. Ya no cabe en la bañera. Ya no es un crío.

Tiene miedo de acordarse de nuevo. De invocar de nuevo al niño. El vértigo de la locura. En menudo lío se ha metido, piensa.

Investigando en el santoral, descubrió con satisfacción que el día anterior fue el patrón de los cobardes. Eso da sentido a todo. A cuando huyó a aquel bar, buscando refugio. A la vergüenza que sintió cuando ni frente a su rostro congelado fue capaz de decir la verdad.

Deseó esconderse dentro de sus zapatos.

Ahora se enfrente a la espuma de los días en una bañera en la que no cabe. Es domingo, día del interrogatorio. Todo pasará rápido, mañana será lunes, día del interrogante. El martes tiene anotado en su agenda un deber; “mudar de piel”.

Piensa en las mujeres. Todas las mujeres que ha besado. Desentierra en la fosa común de la memoria. Allí yacen sus cuerpos, mutilados, destrozados, podridos. Piensa en cada vez que abrió una nueva carpeta con el nombre de una de ellas. Piensa en lo poco que se tarda en eliminar luego esa carpeta: segundos.

Reflexiona; da igual qué decisión tome. Sea la decisión que sea, todo acaba igual. Tiene menos remordimientos que un Kalashnikov.

Cree que su vida solo tiene un sentido. La carcajada. La carcajada es ofensa. Es reírse de. Es inconsciencia temporal. Es explosión. Se le da bien carcajearse y se le da bien provocarla.

Solo le aguantan sus huesos.

206 huesos de acero.

El agua de la bañera no cala los huesos.

Que envidia de la gente que solo lee las solapas de los libros.

Ojalá fuera arcilla
y
se deshiciera
en el mar de domingo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Tiene menos remordimientos que un kalashnikov". Una frase que bien merece mi mejor caña... grande!!
tx